Creo que el complejo más grande que tengo son mis uñas, toda mi vida me he mordido las uñas, me he comido las uñas, me he mutilado mis dedos como dice mi madre. Y sí ha generado un grave complejo, tengo treinta años y es algo que empecé a hacer desde los siete. Entonces es un complejo en el momento que me afecta el qué dirán, en qué piense el otro. Suelo ser muy segura en muchas cosas de mi vida, en lo que hago, pero no dejo de comerme las uñas en todo momento, cuando estoy nerviosa, cuando estoy enojada, cuando estoy feliz, cuando estoy emocionada, cualquier emoción se refleja en mutilarme los dedos.
En lo privado no lo oculto, es más con las personas que no conozco, es absurdo, “del dicho al hecho”, qué me importa pero la verdad sí me importa bastante, la publicidad está llena, para mí, de productos para las manos, de cremas, de barnices para las uñas y a mí me fascinan los colores y no me puedo pintar las pinches uñas, eso es algo que en alguna época afectaba mi femineidad.
Es un trauma, al final muy pendejo y no le tomo atención, se me hace muy estúpido preocuparme por esas cosas, pero de traumitas chiquitos y estúpidos ahí te vas. Sí hay un daño físico, eso es cierto, es una mutilación, si no hubiera un daño físico, una herida, no le vería tanta bronca. Me causa conflicto, me tengo que concentrar y hablar conmigo misma deja de hacerte daño, por esta semana no te comas estos tres dedos. Una lucha interna muy fuerte.
¿Cómo ocultas el complejo?
Pongo las manos en las bolsas, en momentos en el metro me pasa mucho, ahí noto que me pasa más. Señalo mucho con un lápiz, pero cuando es más cerca. Muevo muy rápido mis manos.
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